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Reina de corazones


Reina de corazones

Me contó mi abuela Nélida, que los sabios de Puerto Tihuta, en la parte rumana de los Cárpatos, la llamaban “La Reina”. No conocían su procedencia, ni su nombre. Como abejas a la miel se le acercaban para nutrirse de sus dones. Exhalaba llamas violetas que despertaban lo dormido con fuego que no quemaba. Poseía amorosos ungüentos y pócimas que iluminaban lo oscuro. Vivía dentro de la tierra, en una cueva escondida en el bosque, a pocos kilómetros del río Danubio.

“Seguro que fue Maga!” me contaba mi abuela Nélida. La poción mas potente eran gotas de su sangre, que usaba para pintar con su dedo índice, corazones en las sombras. Corazones exuberantes de vida dejaba plasmados en las figuras borrosas!

Su mejor amigo era un lobo blanco, y de vez en cuando se mezclaban con la gente del pueblo cuando tenia que abastecerse provisiones. Le gustaba mucho ir a la plaza los domingos, quizás porque allí encontraba risas inocentes que le alegraban el alma.

Nada de lo ajeno le daba miedo, era especialista en ahuyentar monstruos, esos que asustan mas por furiosos que por oscuros. Desde pequeña, la visitaban sombras sometidas , sedientas , heridas de desamor, perdidas. Ella las liberaba, limpiaba, curaba y les remendaba esos arañazos que da la vida. Llegaban desde el mar negro o de pueblos entre de las montañas. Se le acercaban sin nombre, buscando algo de paz. “La Maga” movía sus dedos y les escribía en letras mayúsculas un corazón, el que daba vida, el que despertaba lo dormido, el que iluminaba lo oscuro… podía reconciliar e integrarlo todo! Mientras, las palabras mudas de todas, se le pegaban a su piel, que engrosada, pretendía protegerse de las heladas y los vientos del invierno. ¿de qué se protegía? ¿a qué le tenia miedo? A las sombras mas rebeldes les rascaba la cabeza haciéndoles mimos hasta que reconocían y gritaban su propios nombres! Dicen que su don mas grande era el de exhalar posibilidades y generar ilusión.

Los mas sabios creen que bebía de una fuente misteriosa. Infundía vida: las sombras se alejaban vivaces, desbordaban alegría para transitar con esperanza vaya a saber qué caminos… ¡hasta las mas serias se reían de si mismas! Ella sonreía con complicidad y también lloraba lágrimas de hielo porque le dolía no poder transformarse a si misma. Jugaba en medio de un mundo de voces que le gritaban palabras que no comprendió nunca o quizás de escuchar tanto el afuera no alcanzó a oír lo propio. Podía barrer la nieve con una ternura tan silenciosa que daban ganas de calentarse a su lado.

Con el tiempo se fue volviendo vieja.. su sordera interior no le permitió ni siquiera escuchar los aullidos salvajes de su buen amigo queriéndola salvar. Fue muriendo despacio, casi sin darse cuenta, acompañada de la soledad del silencio.

Un noche de luna coronada por estrellas, la encontraron los pequeños recostada sobre una cama de nieve envuelta en rosas. Cubriéndole los pies, el Lobo blanco. La gente del lugar desesperada, quería reanimarla al calor de las fogatas, abrazarla para infundirle vida… pero ella ni muerta se dejo querer! Un viento constante y denso fue enterrándolos naturalmente y se formó un lugar sagrado de piedra por donde corrían hilos de agua bendita que hacían rebalsar el río y finalmente desembocaban en el mar. Los viajantes encontraban allí una oportunidad para descansar, reavivarse y seguir andando. En verano le llevaban flores de mil colores… en invierno los sabios y sus sombras se reunían a compartirse, palabras, abrazos y vinos dulces alrededor de fogones que los hacia, hombres y mujeres amadores. Nunca dejaron de dar flor los rosales… eso si era un milagro!

Dice mi abuela, que lo que no pudo hacer es infundirle luz a su propia sombra! La nombraron “Reina de corazones de Puerto Tihuta”, porque ni ella sabia su nombre! Yo estoy un poco triste, porque quizás no pudo reinar en su propio corazón. Pero mi abuela está tan viejita que se olvida del final de los cuentos. Yo creo que se llamaba Esperanza, tenia un corazón enorme y sencillo, e iluminaba a todos con su belleza interior .

Yo, todas las noches antes de dormir, cuando me invaden las sombras y tengo miedos, le pido a Esperanza que dibuje con su dedo un corazón en mi alma… y en la de mi hermano también.

Caro Capurro


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