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Cuando yo me muera (a mis hijos)

Cuando yo me muera.


Mi única certeza es que me voy a morir. No sé cuando ni cómo porque Dios mueve ese hilo sagrado.


Si hoy pudiese soñar el día de mi muerte, me imagino una casa en la playa y el verano. Quisiera que mis últimos días estuviesen sellados con imágenes de hijos y nietos jugando en la arena y el mar. Seguros de mi amor incondicionanl. Despegados, libres. Quisiera estar sostenida por la ternura de las manos de siempre acariciándome al compás de las olas, a orillas del rumor de un mar tranquilo. Sus manos. Estar yéndome despacito mientas nos hamacamos juntos en la enorme mecedora de la galería , disfrutando de una brisa muy suave en silencio. Ya nos hubiésemos dicho todo. Profundamente en paz y agradecida. Amaría dormirme de a poco entre sus brazos con la seguridad de estar solo mudándome primera . Lo último que quisiese ver , son sus ojos dentro de los míos y sentir el calor de su piel abrigando mi despedida. Lo último que me gustaría escuchar sería su voz asegurándome que fue feliz a mi lado y que todo va a estar bien. Como siempre disipando mis miedos. ¿Porqué? Porque todo lo demás ya lo sabría. Agarrarlo fuerte hasta que el cuerpo decida desprenderse.


Si pudiese decidir , dispondría que celebren una fiesta en mi nombre.


Me gustaría que haya guitarras y tambores. Voces en vivo que animen la partida y consuelen el dolor de los que me van a extrañar por un tiempo. Quisiera que bailen y bailen descalzos hasta el amanecer. Que muchas velas encendidas sobre la arena ayudasen a la luna y las estrellas a iluminar la noche y los corazones apagados. Que fuera la risa consoladora la que destroce a carcajadas la mezquindad del tiempo y el espacio. Y el llanto fuese quien les permita abrazarse unos con otros. Que brinden en mi nombre con el mejor vino malbec. ¡Quisiera escuchar que finalmente el amor tuvo en mi vida la última palabra! (Aprender a amar es nuestro camino y destino). Supongo que me iría llena de corazones tatuados en el alma. Quisiera que mis hijos sepan cuánto gocé de la vida, con qué intensidad fui amada y amadora y todo lo que trabajé por ello. Don y tarea. Estarían seguros de todo lo que los disfruté y de lo bendecida que me sentí con sus presencias ¡Cómo me gustaría que se alegraran recordando de mis excesos !


Y finalmente, cuando vaya amaneciendo me gustaría que nos adentremos en el agua tibia. Y él, junto a mis hijos arrojen las cenizas de mi cuerpo cansado al mar , convencidos que supimos perdonarnos y recrearnos una y mil veces. Que fuimos dóciles a las enseñanzas del Gran Maestro. Yo me dejaría entonces confundirme en la espuma inmaculada y me desparramaría sin límites por fin. Confiaría que mi rastro los marcó profundo porque supe entregarme toda. Se sentirían seguros que rendí mi máximo, mujer de fe, habría luchado la buena lucha, convertida en la mejor versión de mi misma.


Seguramente ya sin tiempo, estaría celebrando, plena, con mis viejos amores en el paraíso una vida bien gastada que supe gozar de a ratos, inaugurando en nuevo domicilio la felicidad que no tiene fin… disponible ya para acompañarlos desde cerca y esperando… haciéndoles un lugar para cuando volviéramos a encontrarnos.


Caro Capurro


...a puro don... 

 

Solo haciéndonos cargo de quienes somos y con qué contamos, podemos transfor-mar nuestro interior y madurar en el amor. A Puro Don es un espacio que quiere facilitar el camino hacia el propio corazón para vivir desde allí, una vida amorosa, trascendente y sufi-cientemente feliz.

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