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Un pajarito de luto ( trabajo de taller)


Me acerco al borde del río que él me enseñó a amar. Ni un barquito en el horizonte. Intento caminar esta costa llena de piedras. Lo respiro. La arenilla es densa. Mis pies se resisten. Me pesa caminar sobre tierra pantanosa. Apenas la fuerza débil del agua baña mis pies, como queriéndome poco. Quizás por obligación, miedo o costumbre. Me quedo quieta y me hundo. El agua más oscura que habitualmente. "Sucio el río y la playa corta. De inocente la sentía eterna" pensé


Me apreta esta ausencia. Me ahoga su olor. Ocupa todo el espacio y el tiempo. Desbordo . Detrás mío un camino estrecho cubierto de verdes. El que me trajo a esta orilla. Luminoso. Hace apenas un rato lo recorríamos juntos. Era suficiente. Era lindo. Tengo tatuada sus manos en todas las partes de mi cuerpo, o de mi alma? “Tatuadas dije, tatuadas, carajo.” ésto lo grité al viento.

¿Le llegará alguna palabra? Hay una brisa suave, las palabras caen en picada y son manjar de algún dientudo.

Me voy adentrando. Tengo mucho miedo. Estoy sola, no porque me falten amores sino porque hay soledades que no se pueden compartir.


"¿Sabe nadar?" la voz de un pajarito que aletea a mi alrededor me detiene. Parece un colibrí de luto.

“Nadé aquí casi toda mi vida. Aunque creo que solo es necesario saber hacer la plancha y esperar.” pensé.

“¿Y adónde usted se ahogaría?” Insistente para ser un pájaro tan chiquito.

“¿Dónde me ahogo?” me pregunté. “En el agujero sin fin lleno de lágrimas vivas, gordas de historia y desconsuelo. El zarpazo de un lobo disfrazado de cordero me arrancó un pedazo de vida que me pertenece. Me ahogo en la esperanza y en la ilusión.” me dije confundida.

“Usted dice que no la quiere más?”

“Exactamente! Cuatro palabras: No- Te- Quiero- Más”. Lo deduje por los hechos. No se animó a mirarme a los ojos el cobarde. Las cuchilladas por la espalda del amor traidor me dejaron así de muerta, quizás loca. Se hizo la luz, se develó el misterio. La verdad insoportable que elijo una y otra vez. Me dicen que me veo iluminada, más linda que nunca! El se retiró al ostracismo. Se fué, diciendo esa verdad que todavía no libera. Quizás porque no la quiero creer. Quizás porque sea otra mentira. Quizás porque me dejó con las manos atadas y un bozal como herencia de treinta y cuatro años juntos. Duele. ¿Hasta cuándo va a doler? Todo es silencio, oscuro y helado como el río de hoy. No ves la tormenta? Va a diluviar.”

“¿Pero entonces, prefiere que vuelva?” me pregunta incrédulo o enojado?

La tierra no me sostiene más. Es el peso de la culpa, la ira y la pena . Me parto en dos, me parto en mil pedazos. Siento los huesos crujir y quebrarse. La carne viva. Creo que no siento el cuerpo de lo que me duele el alma. Siento una manada de carneros aplastando mi pecho abierto de par en par. No puedo respirar pero por milagro o desesperación salta mi corazón de alegría (casi no lo puedo atrapar)

Si! Si! Si! Que vuelva! Lo perdono. Lo perdono. Lo perdono. Que vuelva ese hueco desde donde todo lo bueno era posible. Mis ojos ciegos, mis oídos sordos, mi boca seca reclaman ese abrazo. ¿Hasta cuándo duele extrañar? ¿Hasta dónde duele el dolor? El pájaro enmudecido.

De mi cabeza salen cables haciendo corto circuito . Y como un robot repito: Esta muerto! Nos asesinamos mutuamente. Hasta que la muerte los separe, eso juramos. No va a volver aunque lo espere, aunque le ruegue, aunque no lo comprenda, aunque me eche toda la culpa encima. La resurrección no existe. Se fue hace demasiado tiempo! Pero yo no estoy muerta! Y no voy a irme detrás suyo!


Se adentra lo que va quedando de mi en el agua que me recibe mansa. Está muy fría. Me lastimo los pies con las piedras que no veo. Siento el calorcito de la sangre entre mis dedos. Me gusta.

El pajarito voló. ¿A dónde? "Sos ardua" me gritó!

No me quedan fuerzas para nada más. Me dispongo a hacer la plancha. Confío en la corriente. No quiero oponer resistencia. Mis lágrimas rebalsan el río haciendo desaparecer la playa, el camino, los verdes. Necesito dejarme ir el tiempo que sea necesario para que este río que alguna vez fue mi amigo, me lleve al mar, a las aguas transparentes y tibias , al calor que no lastima, a la pasión loca de las olas, a la luz del sol, a la arena blanca que no debe de estar muy lejos.


Caro Capurro


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